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martes, 24 de junio de 2025

SERIES DE ANALISTAS E INFILTRADOS

 



El arte de espiar no es solo ver lo que está oculto, sino escuchar lo que nunca se dijo.”


Dedico una parte importante de mi tiempo de ocio a disfrutar de la televisión. Mis dos grandes pasiones son el fútbol y las series. Hace ya tiempo que dejé de ver los informativos, especialmente los de TVE, que ya no me resultan entretenidos. En cambio, el cine y las series siguen siendo una fuente constante de disfrute y reflexión. Desde hace años tengo la costumbre de hacer pequeños resúmenes de las producciones que más me han gustado, una práctica que suelo compartir en conversaciones con amigos. Pero como no siempre puedo hablar con todos ellos, he decidido organizar estas impresiones en este espacio personal.

Hay tres géneros que me atraen especialmente: el cine negro nórdico, las series británicas y las historias de analistas, infiltrados y agentes encubiertos. También me interesan las ficciones que combinan investigación e intriga. Por eso, he estructurado este blog en torno a cuatro entradas temáticas que iré ampliando y actualizando a medida que descubra nuevas producciones.

Esta selección se encuentra actualizada hasta junio de 2024, ya que prefiero comentar en primer lugar las series más recientes. Así mantengo el blog al día, siempre en movimiento, y comparto lo último que he visto con aquellos que, como yo, disfrutan del buen espionaje y la tensión bien narrada.






"Iosi. El Espia Arrepentido".Esta serie argentina, basada en hechos reales, sigue a un agente de inteligencia infiltrado en la comunidad judía de Buenos Aires durante los años 80 y 90. Lo que comienza como una operación encubierta se convierte en una red de secretos que podría haber facilitado dos atentados históricos. A través de dos temporadas, la serie expone la corrupción política, los métodos represivos de la policía federal y eventos clave de la historia reciente de Argentina, como el atentado a la AMIA y la muerte del fiscal Nisman. Entretenida y reveladora, “Iosi” ofrece una mirada distinta al género de espionaje, alejándose del estilo hollywoodense para adentrarse en un thriller más social, local y crudo. Es ideal para quienes buscan conocer realidades políticas complejas desde la ficción bien construida.


 


“Jack Ryan” es una serie de espionaje que sigue al analista de la CIA Jack Ryan en su lucha contra diversas amenazas globales. A lo largo de cuatro temporadas, la serie presenta misiones en diferentes partes del mundo, desde la identificación de líderes terroristas hasta la prevención de catástrofes nucleares. Con una mezcla de acción vibrante y relatos de actualidad, “Jack Ryan” ofrece una mirada fascinante a las operaciones clandestinas de la CIA y la constante lucha contra las fuerzas del mal en un mundo globalizado.





 

“Homeland” es una serie de televisión que ha capturado la atención de millones de espectadores a lo largo de sus ocho emocionantes temporadas. La narrativa gira en torno a Carrie Mathison, una brillante pero controvertida analista de la CIA especializada en la prevención de amenazas terroristas. La serie aborda una amplia gama de problemas de seguridad, política y terrorismo, explorando la lucha constante entre la seguridad nacional y las libertades individuales, mientras Carrie y su equipo se enfrentan a nuevas amenazas y desafíos.









“Oficina de Infiltrados” es una serie francesa que ofrece una visión auténtica y detallada del mundo de los servicios de inteligencia de Francia. La trama desentraña las complejas operaciones llevadas a cabo por un oscuro departamento de la Dirección General de Seguridad para el Exterior (DGSE), supervisando las acciones de una red de agentes infiltrados en diversos escenarios internacionales. La serie se destaca por su enfoque meticuloso en el realismo y por desmitificar el oficio de espionaje, presentando un retrato humano y realista del mundo del espionaje.





 



“La Unidad” es una serie española que se centra en la inteligencia policial, enfocándose en los servicios antiterroristas de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional de España. A lo largo de sus tres temporadas, la serie ofrece una visión detallada y realista del trabajo que realiza esta unidad policial, combinando acción, intriga y drama. La serie destaca por su acertada realización y ambientación, reflejando de manera creíble los entornos y situaciones que enfrentan los agentes.



 


“El Espía” es una serie francesa basada en hechos reales ocurridos en los años sesenta. Narra la historia de Eli Cohen, un agente del Mossad infiltrado en Siria que logró llegar a altos cargos del gobierno de ese país, aportando información crucial para Israel. La serie se adentra en la vida de Cohen, explorando los peligros y sacrificios que conlleva su trabajo como espía, así como la complejidad emocional de mantener una doble identidad.






“Teherán” es una serie de televisión israelí estrenada en 2020. La trama sigue a Tamar Rabinyan, una brillante hacker y analista del Mossad, quien se infiltra en Teherán bajo una identidad falsa con una misión crucial: desactivar las defensas aéreas iraníes y facilitar un ataque israelí. Con un ritmo vertiginoso y lleno de giros inesperados, “Teherán” ofrece una emocionante combinación de espionaje, drama y acción, explorando los aspectos más humanos de sus personajes





“Berlín Station” es una serie que consta de tres temporadas. La trama muestra los esfuerzos de la CIA y los servicios de inteligencia alemanes para detectar y detener los planes de un oligarca ruso que busca desestabilizar Estonia. Aunque es una ficción, los eventos que aborda tienen un fuerte eco en la situación geopolítica actual, ofreciendo una mirada interesante sobre los conflictos internacionales.




“Sleeper Cell” es una serie de 2005 que sigue a un agente del FBI que se infiltra en una célula yihadista en Estados Unidos con el objetivo de desmantelar un atentado de gran envergadura. La serie destaca por el realismo en el desarrollo de las acciones, mostrando de manera creíble la metodología del terrorismo yihadista y el trabajo de los servicios de seguridad norteamericanos. A lo largo de sus dos temporadas, “Sleeper Cell” mantiene un ritmo ágil y coherente, con personajes bien construidos y situaciones entrelazadas que sostienen el suspenso.



 

sábado, 14 de junio de 2025

SERIES CINE NEGRO NORDICO


Cine Negro Nórdico

Cine Negro Nórdico

“La fotografía es verdad. El cine es una verdad 24 veces por segundo.”

— Jean Luc Godard

El cine negro nórdico o nordic noir tiene su origen en los países escandinavos: Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia. Este tipo de ficción me atrae por su enfoque sombrío, sus tramas escabrosas y sus paisajes fríos y grisáceos. Suele estar marcado por una narrativa lenta pero intensa, donde la atmósfera y la psicología de los personajes tienen un gran peso. Las historias giran en torno a crímenes, corrupción, traiciones y heridas sin cerrar.

Lo que me gusta de este género es que no necesita efectos grandilocuentes: construye su fuerza en lo humano, en lo oculto, en el clima, en la soledad. A veces, he tenido que ver adaptaciones norteamericanas por falta de disponibilidad de las originales, pero sin perder la esencia. Seguiré viendo y comentando nuevas incorporaciones a este tipo de cine que, para mí, ya es imprescindible.


The Killing (Forbrydelsen)

Una de las mejores series que he visto del género. Aunque la original danesa es difícil de encontrar, la adaptación norteamericana ambientada en Seattle no decepciona. La detective Sarah Linden protagoniza una historia oscura, tensa y llena de giros. Las dos primeras temporadas desarrollan un mismo caso, mientras que la tercera y cuarta abordan tramas distintas, pero con los mismos personajes. La lluvia constante, los silencios, la carga emocional de los personajes y los dilemas morales hacen que esta serie sea una auténtica joya del Nordic Noir.

Atrapados (Ófærð)

Ambientada en un pequeño pueblo islandés aislado por la nieve, esta serie comienza con el hallazgo de un torso humano. El jefe de policía, Andri, lidera la investigación bajo una tormenta que corta toda comunicación con el exterior. A través de dos temporadas (y una tercera reciente), se exploran tramas personales, tensiones económicas y secretos del pasado. La cinematografía es excelente, el ritmo pausado pero absorbente. Atrapados es uno de los mejores ejemplos de cómo Islandia ha sabido entrar en el mapa del thriller internacional con fuerza y estilo propio.

Bron/Broen (El Puente)

Una coproducción sueco-danesa que comienza con un cuerpo encontrado en mitad del puente que une Malmö (Suecia) y Copenhague (Dinamarca). La investigación recae en dos detectives: Saga Norén, brillante y peculiar, y Martin Rohde, más emocional. Esta serie tiene cuatro temporadas, cada una con una trama diferente pero conectadas por sus protagonistas. Destaca por su enfoque en problemas sociales contemporáneos, su estética visual y, sobre todo, por el personaje de Saga, una de las mejores detectives de la televisión reciente. Imprescindible.

Millennium

Basada en las novelas de Stieg Larsson, esta trilogía sueca nos presenta a Lisbeth Salander, una hacker brillante y antisocial, y a Mikael Blomkvist, un periodista en busca de la verdad. La versión sueca con Noomi Rapace es sobresaliente, tanto por su ambientación como por su fidelidad a los libros. A diferencia de la versión estadounidense, estas películas muestran la frialdad escandinava sin adornos. Violencia, misterio y crítica social se combinan para dar lugar a un fenómeno que marcó una época.

Los asesinatos de Valhalla

Islandia vuelve a demostrar su talento con esta serie sobre un asesino en serie que deja un patrón en sus crímenes. Una detective local y un perfilador noruego deberán unir fuerzas para resolver el caso. Aunque no está al nivel de Atrapados o El Puente, mantiene el interés gracias a su atmósfera opresiva, la buena interpretación de los protagonistas y su temática psicológica. Hay elementos algo previsibles, pero en conjunto es una producción más que recomendable.

Desaparecida en Lørenskog

Inspirada en un caso real que conmocionó a Noruega en 2018. La esposa de un rico empresario desaparece y todo apunta a un secuestro, aunque nada es lo que parece. La miniserie se centra en la investigación, la presión mediática y los errores judiciales. No hay tiros ni persecuciones, pero sí una historia inquietante donde la falta de pruebas es el mayor obstáculo. Un drama sobrio y bien narrado que pone el foco en las consecuencias del juicio mediático.

Kalifat

Una serie sueca que rompe el molde del noir tradicional para adentrarse en el terreno del terrorismo islámico. Relata la historia de una mujer que, desde Siria, intenta alertar a los servicios secretos suecos de un atentado inminente. Al mismo tiempo, jóvenes musulmanas en Suecia son atraídas hacia el extremismo. Kalifat tiene ritmo, emoción y profundidad. Aborda temas actuales con crudeza y sin caer en simplificaciones. Una sola temporada, pero intensa y necesaria.

Headhunters

Basada en la novela de Jo Nesbø, esta película noruega mezcla crimen, acción y humor negro con mucho estilo. Roger Brown es un cazatalentos de éxito que lleva una doble vida como ladrón de arte. Su mundo se derrumba cuando intenta robar un cuadro a un candidato aparentemente perfecto. La película está llena de giros, persecuciones y tensión bien dosificada. Es más adrenalínica que reflexiva, pero mantiene la esencia del thriller escandinavo. El nuevo tráiler actualizado mejora la experiencia.

Deadwind (Karppi)

Serie finlandesa centrada en la detective Sofia Karppi. Tras enviudar, vuelve al trabajo y se ve envuelta en un caso de asesinato ligado a una empresa energética. A lo largo de tres temporadas, la serie mezcla el drama personal con la investigación criminal, aunque con menos impacto que sus homólogas escandinavas. Karppi es una figura interesante, pero a veces el desarrollo resulta predecible. La atmósfera, como en todo Nordic Noir, está muy bien lograda.


martes, 3 de junio de 2025

SERIES ESPAÑOLAS

 



Toda mala película tiene secuela garantizada



El auge de las series españolas en los últimos años ha demostrado que su industria audiovisual no tiene nada que envidiar a las superproducciones americanas o internacionales. Obras como La Casa de PapelLa Unidad o Hierro reflejan un nivel de calidad narrativa y técnica sobresaliente, capaces de competir en el mercado global. Sin embargo, como en cualquier cinematografía, conviven propuestas destacables con otras que no alcanzan los estándares deseados, como Malaka o Entrevías, donde fallos de ambientación o guion limitan su impacto. Este recorrido por las series vistas busca ofrecer una visión crítica y matizada del panorama actual de la ficción española.






Antidisturbios es una miniserie española de drama policíaco y thriller, estrenada el 16 de octubre de 2020 en Movistar Plus+. Creada por Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, la serie sigue a seis agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) implicados en una acusación de homicidio tras un desalojo que sale mal. A lo largo de sus seis intensos episodios, Antidisturbios despliega una narrativa tensa y compleja que ahonda en las tensiones profesionales, personales y éticas de los protagonistas, ofreciendo un retrato crudo y realista de las fuerzas de seguridad.

Uno de los mayores aciertos de la serie es su enfoque hiperrealista, tanto en la recreación de operativos policiales como en la representación de la presión interna que viven los agentes. La dirección de Sorogoyen, con su característico estilo de cámara en mano y planos secuencia vertiginosos, aporta una sensación de inmediatez y urgencia que sumerge al espectador en la acción.

Además, destaca la construcción de personajes matizados, alejados del maniqueísmo, lo que permite explorar dilemas morales y personales con gran profundidad. Antidisturbios no solo es un thriller trepidante, sino también una potente crítica social que cuestiona las dinámicas de poder y las estructuras institucionales en España, consolidándose como una de las producciones más relevantes del audiovisual reciente.




Hierro es una serie española  que destaca por su capacidad para reflejar con autenticidad los desafíos a los que se enfrenta una jueza de instrucción en un entorno insular, concreto y aislado como la isla de El Hierro, en las Islas Canarias. Protagonizada por Candela Peña, quien interpreta a la jueza Candela Montes, la serie sigue su llegada a la isla para investigar un asesinato vinculado a un proyecto de parque eólico, una trama que revela motivaciones económicas, conflictos de poder y rivalidades locales.

Uno de los mayores logros de Hierro es su habilidad para entrelazar la investigación criminal con las complejidades de la vida personal de la protagonista, incluyendo su rol de madre de un niño con necesidades especiales. Este enfoque dota a la serie de una dimensión emocional profunda y humana.

La ambientación es otro de sus puntos fuertes: la singular geografía y la cultura de El Hierro no solo sirven como telón de fondo, sino que se convierten en un personaje más, aportando un tono sombrío y casi claustrofóbico que intensifica el drama.
La interpretación de Candela Peña ha sido especialmente elogiada por su autenticidad y matices, logrando construir un personaje fuerte, sensible y cercano. Hierro se consolida así como un referente de la ficción española contemporánea. 








La Sala presenta una propuesta original dentro del panorama de thrillers españoles, pero adolece de serios problemas que lastran su resultado final. Aunque intenta innovar con una narrativa en forma de puzle y mantiene un ritmo aceptable en sus primeros compases, su ejecución es deficiente en aspectos clave.

La interpretación de Francesc Garrido, lejos de ser convincente, resulta deplorable. Especialmente en los últimos episodios (7 y 8), su actuación cae en gestos repetitivos y antinaturales: apoyarse en el recibidor, observar de pie sin propósito, tocarse la cara o realizar tics innecesarios que rompen cualquier atisbo de verosimilitud. A ello se suman los diálogos que sostiene en los interrogatorios o con la periodista —más propios de un filósofo que de un inspector de policía—, generando un discurso grandilocuente que desconecta de la trama. Además, cabe señalar errores de fondo como el tratamiento irreal de la figura policial: en España, los abogados no intervienen en los interrogatorios, solo garantizan el respeto de los derechos constitucionales; y un agente sancionado nunca es confinado seis meses con pulsera, sino suspendido de empleo y sueldo.

El tratamiento superficial de los personajes secundarios, especialmente femeninos, y una estructura narrativa con flashbacks innecesariamente confusos, terminan por desdibujar el interés inicial. En resumen, La Sala se queda en un thriller de pretensiones frustradas y ejecución fallida.







La Casa de Papel, conocida  internacionalmente como Money Heist, es una serie española de drama criminal creada por Álex Pina que ha revolucionado la ficción televisiva desde su estreno en 2017. La trama sigue a “El Profesor”, un estratega brillante que reúne a ocho especialistas para ejecutar un ambicioso asalto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España. Bajo seudónimos de ciudades como Tokio, Berlín y Nairobi, los atracadores toman rehenes y enfrentan una carrera contrarreloj para imprimir 2.400 millones de euros mientras lidian con las presiones externas e internas.

Uno de los grandes aciertos de La Casa de Papel es su capacidad para combinar acción trepidante con un desarrollo profundo de personajes, explorando temas universales como el amor, la lealtad, la traición y el sacrificio. El ritmo narrativo, lleno de giros inesperados, mantiene al espectador en vilo, mientras que la construcción de personajes carismáticos genera una fuerte conexión emocional con la audiencia.

Visualmente impactante y con una banda sonora icónica —donde destaca “Bella Ciao”—, la serie ha logrado trascender fronteras culturales y convertirse en un fenómeno global. La Casa de Papel es un testimonio de la capacidad del audiovisual español para crear contenido de calidad que atrapa y emociona a públicos de todo el mundo.





Los hombres de Paco  combina hábilmente comedia y drama policial, convirtiéndose en un clásico televisivo desde su estreno en 2005. Creada por Daniel Écija y Álex Pina, la historia sigue las peripecias del inspector Paco Miranda (Paco Tous) y sus inseparables compañeros Mariano Moreno (Pepón Nieto) y Lucas Fernández (Hugo Silva), quienes enfrentan casos criminales mientras lidian con situaciones personales y familiares en la ficticia comisaría de San Antonio, en Madrid.

Uno de los mayores aciertos de Los hombres de Paco es su enfoque humano y humorístico del trabajo policial, alejándose de los estereotipos de series de crimen más tecnológicas o violentas. La serie logra equilibrar acción, drama y comedia, ofreciendo personajes entrañables y tramas que combinan investigación criminal con relaciones afectivas, dilemas éticos y conflictos familiares.

Su éxito prolongado, con diez temporadas emitidas y un regreso en 2021, demuestra la conexión emocional que logró establecer con el público. (La segunda parte no la he visto.) Además, su reparto carismático y los guiones ágiles consolidaron a Los hombres de Paco como una de las ficciones más queridas y recordadas de la televisión española, capaz de mezclar entretenimiento con una mirada cercana y desenfadada a la vida cotidiana de unos policías muy poco convencionales.


Malaka  se sumerge en el lado más oscuro de Málaga, retratando el narcotráfico y la corrupción con un tono sombrío y envolvente. Alejada de la imagen turística habitual de la Costa del Sol, presenta una ciudad marcada por el crimen organizado y el conflicto moral. Los inspectores Darío (Salva Reina) y Blanca (Maggie Civantos) llevan el peso narrativo, aportando intensidad emocional y dinamismo a la investigación de una desaparición vinculada al mundo de la droga. Destaca la interpretación de Laura Baena como la matriarca gitana “Tota”, un personaje poderoso que transmite el  pulso dramático de la serie.

Aunque Malaka arranca con fuerza y mantiene una tensión interesante, su desenlace resulta insatisfactorio, y ciertos aspectos relacionados con el tráfico de drogas carecen de realismo. En este sentido, para mí tiene puntos de conexión con La Sala, especialmente en lo que respecta a la mala ambientación en algunos pasajes y a la falta de verosimilitud hacia el final.

Aun con estas debilidades, Malaka es una propuesta recomendable dentro del género policiaco español. Invita a una mirada crítica sobre los problemas sociales y se sostiene gracias a su reparto sólido y una atmósfera opresiva que envuelve al espectador.


La Unidad es una sobresaliente serie española que se adentra en el trabajo de los servicios antiterroristas de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional. A lo largo de sus tres temporadas, ofrece una representación detallada y verosímil de las operaciones de inteligencia policial, combinando acción, intriga y drama con gran equilibrio narrativo.Uno de los grandes aciertos de La Unidad es su enfoque realista, tanto en la reconstrucción de escenarios como en la representación de procedimientos policiales, evitando caer en tópicos o dramatizaciones excesivas. 

La serie consigue mantener una tensión constante, apoyada en un ritmo ágil y en un guion que sabe dosificar la información para enganchar al espectador sin renunciar al rigor.Su cuidada ambientación y realización técnica refuerzan la sensación de autenticidad, logrando transmitir el peligro y la presión constante bajo la que trabajan los agentes. Además, el reparto coral brilla por su sobriedad y naturalidad, aportando credibilidad y humanidad a los personajes.

La Unidad se consolida como una de las producciones más sólidas y exigentes del panorama televisivo español, gracias a su rigor técnico y narrativo. A diferencia de otras ficciones recientes que priorizan el efectismo, esta serie apuesta por la autenticidad, construyendo un relato de acción e intriga que no sacrifica la profundidad dramática. Su atención al detalle y la calidad interpretativa del reparto la convierten en un referente contemporáneo dentro del género.



Entrevías (2022-2024) es un thriller social protagonizado por José Coronado que aspira a retratar las tensiones de un barrio madrileño marcado por el narcotráfico. Aunque la serie parte de una propuesta interesante, su narrativa oscila entre un realismo crudo y clichés contemporáneos mal integrados, ofreciendo una visión reduccionista de Vallecas como territorio dominado por el crimen.

Entre sus puntos débiles destacan la superficialidad en el tratamiento de temas como la diversidad cultural y sexual, que terminan más como gestos forzados que como exploraciones genuinas. La actuación de Nona Sobo resulta poco convincente, rompiendo la inmersión en momentos clave. Asimismo, la representación del barrio ha generado críticas por perpetuar estereotipos alejados de su realidad social.

Sin embargo, Entrevías logra enganchar gracias a su sólida tensión narrativa y a las interpretaciones destacadas de Coronado y Luis Zahera. Los conflictos entre Tirso y los narcos, así como la complejidad moral de Ezequiel, aportan dinamismo y profundidad. Elementos como las lealtades ambiguas de los personajes añaden matices que enriquecen el drama.

Personalmente, encuentro ciertos paralelismos con La Sala y Malaka, especialmente en la ambientación poco conseguida, el tratamiento superficial de temas contemporáneos —como la homosexualidad lésbica o la integración cultural— y una falta de realismo que lastra el conjunto. Aunque Entrevías ofrece momentos de gran tensión y resulta entretenida, deja la sensación de ser una serie ambiciosa cuya ejecución no llega a cumplir del todo sus promesas iniciales. 



miércoles, 28 de mayo de 2025

SERIES INGLESAS

 


The bee’s knees


Las series de televisión británicas se han consolidado como un referente de calidad y originalidad, destacándose por su narrativa sólida, personajes profundos y producción meticulosa. A lo largo de las décadas, el Reino Unido ha sido cuna de géneros diversos, desde el drama de época, como Downton Abbey, hasta el suspense policial, como Broadchurch. Sin embargo, entre las más notables se encuentran las series de espionaje y policiales que, con tramas complejas y giros inesperados, han capturado audiencias globales.
 
Me han gustado en especial dos series Slow Horses y Line of Duty. Ambas series reflejan la maestría de la televisión británica en combinar tramas intrincadas con personajes complejos, manteniendo al espectador al borde de su asiento.


SERIES



Line of Duty es una de las series más sólidas del género policial británico, con seis temporadas emitidas hasta la fecha, la última en 2022. Ambientada en Londres, gira en torno a una unidad de asuntos internos especializada en investigar casos de corrupción dentro de la propia policía. La serie destaca por su enfoque realista y su capacidad para generar tensión desde el primer episodio.

La trama combina investigaciones complejas con una exploración profunda de personajes moralmente ambiguos. No hay blancos ni negros absolutos: cada oficial, cada decisión, parece moverse en una escala de grises. El ritmo narrativo es rápido y lleno de giros inesperados, lo que mantiene al espectador constantemente en alerta. Las temporadas están interconectadas, y a medida que avanza la serie, se revelan nuevas capas de una trama más amplia sobre encubrimientos y redes de poder dentro de las fuerzas del orden. Es un ejemplo brillante del thriller británico: inteligente, crudo y emocionalmente intenso.

 

 



Slow Horses es una serie de televisión británica basada en las novelas de Mick Herron, que sigue las desventuras de un grupo de agentes de inteligencia relegados dentro del MI5. La trama se centra en la oficina de “Slough House”, un lugar sombrío donde son enviados aquellos espías que han cometido errores graves en sus carreras. Allí, bajo la excéntrica y malhumorada supervisión de Jackson Lamb —interpretado magistralmente por Gary Oldman—, intentan recuperar algo de dignidad mientras son marginados por el sistema.

Con cuatro temporadas emitidas hasta ahora, la serie ofrece una visión inusual y refrescante del género de espionaje. A diferencia de los clásicos héroes infalibles, aquí los agentes son torpes, humanos y vulnerables, lo que añade realismo, ironía y un brillante humor negro a la narrativa. Cada temporada plantea una nueva amenaza, y aunque los “caballos lentos” parecen los menos capacitados, sorprenden con su eficacia poco ortodoxa. Slow Horses destaca por su guion afilado, atmósfera tensa y personajes llenos de matices. Es, sin duda, una de las series más originales del espionaje reciente.






Happy Valley es una serie de televisión británica que combina el drama personal con el thriller policial de forma sobresaliente. Estrenada en 2014 y compuesta por tres temporadas, la historia se desarrolla en un tranquilo valle de Yorkshire, donde la sargento Catherine Cawood lucha contra el crimen mientras lidia con sus propios traumas personales.

Sarah Lancashire ofrece una interpretación magistral como Catherine, una mujer fuerte, decidida y profundamente marcada por la tragedia familiar. Su personaje se enfrenta tanto a criminales peligrosos como a la complejidad de su entorno personal, especialmente tras el suicidio de su hija y la crianza de su nieto.

La serie destaca por su guion realista, su tratamiento honesto del dolor y la desesperanza, y su capacidad para construir tensión sin perder de vista la humanidad de sus personajes. Happy Valley es intensa, emocionalmente potente y una de las series británicas más aclamadas de la última década.










The Fall, conocida en español como La Caza, es un thriller psicológico británico que ha dejado una huella notable en el género policial. Protagonizada por Gillian Anderson, en el papel de la detective Stella Gibson, y Jamie Dornan, como el asesino Paul Spector, la serie cuenta con tres temporadas intensas y complejas.

Ambientada en Irlanda del Norte, la historia sigue a la inspectora Gibson, enviada desde Londres para investigar una serie de asesinatos cometidos por un hombre que lleva una vida aparentemente normal. Esta doble vida del criminal crea una tensión constante que mantiene al espectador en vilo.

La serie se destaca por su ritmo pausado, su atmósfera inquietante y la profunda exploración psicológica tanto de la detective como del asesino. Las entrevistas entre ambos, cargadas de inteligencia y contención emocional, son algunos de los momentos más memorables. The Fall es un ejemplo sobresaliente del mejor suspense británico, apoyado en guiones sólidos y actuaciones excepcionales.


Bodyguard es un trepidante thriller británico creado por Jed Mercurio y protagonizado por Richard Madden, quien interpreta a David Budd, un veterano de guerra con trastorno de estrés postraumático que ahora trabaja como agente de protección de personalidades públicas. La serie fue un fenómeno de audiencia en el Reino Unido desde su estreno en 2018 y obtuvo reconocimiento internacional por su intensidad y ritmo vertiginoso.

La historia arranca cuando Budd es asignado a proteger a la ambiciosa y controvertida ministra del Interior, Julia Montague (interpretada por Keeley Hawes), cuyas decisiones políticas generan división en la opinión pública… y también en su guardaespaldas. La tensión entre ambos crece capítulo a capítulo, no solo por motivos profesionales, sino también personales.

Bodyguard combina acción, intriga política y drama psicológico con una puesta en escena impecable. Sus giros inesperados y su estilo cinematográfico la convierten en una de las mejores miniseries de suspense de la última década. Madden recibió el Globo de Oro a Mejor Actor por este papel.


 



Collateral es una miniserie británica de solo cuatro episodios, pero con una potencia narrativa que la convierte en una obra muy por encima de la media. La historia comienza con el aparente asesinato sin sentido de un repartidor de pizzas en Londres, pero pronto la investigación revela una red de conexiones que involucran temas tan relevantes como la inmigración ilegal, el tráfico humano, la corrupción política y el abuso de poder.

Lo que parecía un crimen aislado, se convierte en el punto de partida de una intrincada trama donde cada personaje —desde la detective a cargo hasta los testigos y las víctimas colaterales— tiene su propia historia, llena de matices morales y conflictos internos. La detective Kip Glaspie, interpretada por Carey Mulligan, destaca por su serenidad, inteligencia y determinación.

La serie combina el drama policial con una crítica social elegante y certera, manteniendo la tensión narrativa sin sacrificar la profundidad de sus personajes ni el realismo de su contexto. Collateral es una historia actual, ágil y reflexiva que demuestra cómo el thriller puede ser también un vehículo para abordar grandes temas sociales.







Blue Lights es una serie británica que comencé a ver en febrero de 2024 y que rápidamente captó mi atención por su propuesta fresca y original dentro del género policial. Ambientada en Irlanda del Norte, la serie se centra en un grupo de jóvenes agentes en prácticas, alejándose del típico esquema de policías veteranos en grandes ciudades como Londres. Esta elección de escenario y enfoque le otorga una personalidad propia.

La primera temporada destaca por su realismo al retratar los desafíos de unos novatos que intentan abrirse camino en una región marcada por profundas tensiones políticas y sociales. El contraste entre su inexperiencia y la dureza del entorno aporta una intensidad especial a cada episodio. Las actuaciones son convincentes, la producción está cuidada, y las escenas de acción están bien ejecutadas, con un ritmo narrativo que mantiene el interés en todo momento.

La segunda temporada, estrenada recientemente en Movistar y que terminé de ver el 29 de diciembre de este mismo año, mantiene intacta la esencia de la primera. Nuevos retos personales y profesionales empujan a los personajes a evolucionar, mientras la tensión crece en un contexto social todavía frágil. La serie profundiza aún más en los dilemas morales que enfrentan los agentes, destacando la complejidad de impartir justicia en una sociedad aún dividida por su pasado.

Con su mezcla de tensión, acción y reflexión, Blue Lights se ha consolidado como una de las propuestas más sólidas e interesantes del reciente panorama televisivo británico. Espero con entusiasmo las próximas temporadas.






Historial delictivo es una serie británica reciente que se desarrolla en el Londres contemporáneo, con una atmósfera intensa y envolvente. La historia comienza con una llamada anónima que reabre un antiguo caso de asesinato, obligando a dos detectives de perfiles opuestos a trabajar juntos. Por un lado, una joven inspectora ambiciosa ve esta investigación como la oportunidad de demostrar su valía. Por otro, su compañero veterano parece más preocupado por su reputación y su comodidad que por descubrir la verdad.

La serie explora las tensiones personales y profesionales entre ambos, mientras el caso se va complicando con nuevos hallazgos, versiones contradictorias y dilemas éticos que cuestionan la integridad del sistema policial. A medida que la trama avanza, también lo hace la complejidad del caso, generando un clima de sospecha constante donde nadie parece ser completamente inocente ni culpable.

Aunque está concebida como una serie con potencial para futuras temporadas, esta primera entrega tiene un peso propio y ofrece un desenlace que redefine el destino de los personajes principales. Es una propuesta que mezcla el thriller clásico con una mirada contemporánea sobre la justicia y la responsabilidad.



Trigger Point: fuera de control

Trigger Point: fuera de control es una serie británica de acción y suspense que se centra en una unidad de desactivación de explosivos de la Policía Metropolitana de Londres. La historia gira en torno a Lana Washington, una experta artificiera interpretada por Vicky McClure, actriz reconocida por su trabajo en Line of Duty. Aquí, McClure lidera las operaciones con determinación, enfrentándose a situaciones de alto riesgo que ponen su vida en juego en cada episodio.

La serie, que ya cuenta con dos temporadas, se caracteriza por su ritmo vertiginoso, escenas de tensión extrema y una protagonista que mezcla coraje, intuición y humanidad. Aunque no ha alcanzado el mismo nivel de prestigio que otras producciones británicas del género, ofrece una propuesta sólida y entretenida para los amantes del thriller de acción. Las constantes amenazas, explosiones y giros inesperados mantienen la tensión en cada capítulo, recordando por momentos la intensidad de clásicos como Die Hard.


viernes, 3 de enero de 2025

CINE WOKE

"El éxito de un espectáculo siempre dependerá de que el público esté más interesado en lo que sucede en el escenario que en los errores fuera de él."

Siempre he sentido que el cine es un espejo de la sociedad: nos refleja, nos interpela, nos emociona. Pero en los últimos años, observo un giro preocupante. Muchas películas y series han dejado de contarnos historias para centrarse en transmitir mensajes ideológicos, y lo hacen reescribiendo el pasado, reformulando personajes icónicos y alterando obras literarias o cinematográficas que forman parte de la memoria colectiva.

No estoy en contra del cambio ni de la inclusión. Estoy en contra de la manipulación narrativa con fines ideológicos, especialmente cuando se hace a costa del legado cultural, de la historia y de la coherencia interna de una obra.

Un modelo repetitivo y artificial

Hoy muchas producciones responden a un esquema tan predecible como artificial: el protagonista —hombre o mujer— siempre está acompañado de un elenco que cubre todas las casillas de representación: una persona racializada, alguien LGBTQ+, alguien que practica una religión no cristiana, y un trasfondo social de exclusión o trauma.

Esto no sería un problema si estas historias surgieran de forma orgánica. Pero en muchos casos parece más una obligación que una necesidad narrativa. El resultado es que el espectador deja de ver personajes reales y empieza a ver constructos ideológicos disfrazados de guion.

Lo que me desconcierta no es la diversidad —que siempre ha estado en el cine bien hecho— sino su uso instrumental, casi mecánico, como si el relato tuviera que pasar un control de corrección política antes de llegar a pantalla.

El cine no debería enseñarnos a pensar: debería hacernos pensar

El arte no es una lección moral. Es una forma de explorar la condición humana, con todas sus contradicciones, matices, claroscuros. El buen cine no grita: sugiere, conmueve, incomoda a veces, pero siempre respeta al espectador.

El problema con muchas producciones actuales es que confunden representación con imposición. Confunden sensibilidad con censura. Lo hemos visto incluso en el intento de reescribir novelas, cambiar el lenguaje en los libros de Roald Dahl, o modificar los clásicos de Agatha Christie para que encajen en los nuevos estándares morales del siglo XXI.

Pero no se puede reinterpretar el pasado con la ideología del presente sin caer en una forma de revisionismo cultural. Y ese revisionismo, por bien intencionado que sea, borra más de lo que construye.

Ejemplos en el cine español

  • Carmen y Lola (2018): muestra una relación entre dos mujeres dentro de la comunidad gitana. Aporta visibilidad, sí, pero fue criticada por su representación sesgada de una cultura compleja.
  • Techo y comida (2015): denuncia la precariedad en España. Una historia poderosa, aunque claramente marcada por una lectura social muy determinada.
  • La trinchera infinita (2019): sin caer en el discurso fácil, su enfoque sobre el franquismo conecta con las preocupaciones actuales por la memoria y la opresión.
  • La llamada (2017): mezcla religión y cultura pop para tratar la identidad sexual en clave ligera. Su mérito está más en la forma que en el fondo.

Hollywood y el dogma ideológico

  • Capitana Marvel: se vendió como una película feminista, pero muchos la criticaron por su tono aleccionador y su protagonista “perfecta” e inverosímil.
  • Lightyear: buscó marcar un hito con una escena LGBTQ+, pero terminó enfrentando censura y rechazo por su forma de abordar el tema.
  • Mulan (2020): despojada de todo lo que hacía memorable al clásico animado, con un discurso políticamente correcto pero sin alma.
  • Barbie (2023): convirtió la sátira en bandera, generando división: para algunos fue liberadora, para otros, una caricatura ideológica.

¿Estamos educando o adoctrinando?

No se trata de negar que el cine tenga una dimensión social. Se trata de entender que su primera función es narrativa. Que su poder está en la historia, no en el panfleto. Que los clásicos perduran porque hablaban de emociones humanas, no de discursos de moda.

Tampoco podemos olvidar que muchas de estas producciones pretenden educar desde una superioridad moral sospechosa, en lugar de confiar en la inteligencia del espectador. Se pierde la magia, la duda, la interpretación libre. Todo queda empaquetado, cerrado, explicado… como si el espectador no pudiera pensar por sí mismo.

Conclusión: respeto por la obra, por la historia y por el espectador

El fenómeno woke, cuando se aplica a la revisión de obras clásicas, corre el riesgo de convertirse en una nueva forma de censura disfrazada de progreso. Reescribir el pasado con las categorías del presente no es justicia: es manipulación.

El cine, la literatura, el arte, deben poder mostrar la complejidad del mundo, incluso aquello que hoy resulta incómodo. No todo debe ser ejemplar. No todo personaje tiene que enseñar algo. A veces, basta con que nos conmueva.

Yo no rechazo la evolución de las narrativas. Lo que rechazo es el dogma disfrazado de entretenimiento, la consigna disfrazada de guion, y la corrección política convertida en criterio estético.

El buen cine, el que perdura, no tiene miedo de la imperfección. Ni de la verdad. Y mucho menos del pasado.


miércoles, 25 de diciembre de 2024

RISAS DE CINE

 



El humor en el cine nos enseña a reírnos de la vida y de nosotros mismos


El humor en el cine


El humor siempre ha sido un espejo sencillo, pero honesto. Cuando reímos, a menudo no nos damos cuenta de que estamos mirando lo que somos: nuestras contradicciones, nuestras rarezas. El cine de humor lo hace con más fuerza. Nos muestra cómo vivimos, cómo pensamos, cómo somos. Y lo hace sin pretensiones. Solo a través de la risa. Y aunque parece sutil, no lo es.

Recuerdo la primera vez que vi El guateque. Una vieja película con Peter Sellers, interpretando a un hombre fuera de lugar. Las situaciones eran absurdas, cómicas, pero había algo más ahí. Más tarde entendí que esa película hablaba de clase, de cultura, de esas normas invisibles que parecen hechas para ponernos a prueba.

En España, algo parecido lo hizo Paco Martínez Soria. Sus personajes eran hombres de campo perdidos en la gran ciudad. Todo era risas, sí, pero también había una melancolía en ese choque entre lo que era y lo que ya no podía ser. Nos reíamos, pero también entendíamos la pérdida.

El humor también sirve para hablar de lo que no queremos mirar de frente. La vida de Brian es un buen ejemplo. Monty Python se atrevió a reírse de todo, incluso de la religión. Pero no era una burla fácil, no. Era como si usaran la risa para romper muros, para señalar los absurdos que damos por sentado. En España, La vaquilla hizo algo similar. Era la Guerra Civil, pero desde el humor. Soldados republicanos robando una vaca del bando enemigo. Todo era absurdo. Pero ¿acaso la guerra no lo es? Berlanga usó la comedia como un bisturí: cortó con precisión. Y aunque reímos, dolió. Le he dedicado una entrada aparte a su cine.

En el cine español, el humor tiene un peso especial. Lo que nos hace reír también nos hace preguntarnos quiénes somos. La escopeta nacional es un buen ejemplo: una cacería que es, en realidad, una radiografía. La clase alta, el poder, la corrupción… Todo está ahí, envuelto en situaciones cómicas que te hacen bajar la guardia. Y justo ahí, te llega la verdad.

Esa mezcla —entre la risa y la crítica— es profundamente española. La vi también en Ocho apellidos vascos: un andaluz, una vasca, los tópicos, los acentos… Pero también una mirada sincera a lo que nos separa y lo que nos une. Paco Martínez Soria ya hacía eso, pero desde otro lugar: tradición, familia, el choque entre lo viejo y lo nuevo. Sus películas eran una forma de entender cómo íbamos cambiando como país.

Y no solo en el cine. También en televisión hemos visto humor que conecta con nosotros. Recuerdo Cheers. Ese bar, ese lugar donde se iba a beber, a hablar, a reír. Pero también era un refugio. Las risas escondían heridas. Luego llegó Frasier, que tomó esas risas y las volvió más sofisticadas, más familiares. En España hemos tenido menos ejemplos así, pero algunas series lo lograron: personajes con los que podías reír y, a la vez, sentirte menos solo.

Para mí, hay películas que dejaron algo más que risas. Fueron un hito. De esas que no se borran con el tiempo. Las que todavía llevo conmigo. Las que provocaron esa risa genuina que aparece sin buscarla. Algunas las he mencionado ya. Otras vienen a continuación.


 El Guateque (1968)


"El Guateque" es una comedia clásica donde Peter Sellers interpreta a Hrundi V. Bakshi, un actor hindú torpe que es invitado por error a una lujosa fiesta en Hollywood, desencadenando una serie de situaciones hilarantes.


El regreso de la Pantera Rosa (1975)


En "El Regreso de la Pantera Rosa", el inspector Clouseau, interpretado por Peter Sellers, regresa para investigar el robo del famoso diamante "La Pantera Rosa", en una comedia llena de enredos y humor absurdo.


El jovencito Frankenstein (1974)


"El Jovencito Frankestein" dirigida por Mel Brooks, esta parodia de las películas de terror clásicas sigue al Dr. Frederick Frankenstein mientras recrea los experimentos de su abuelo, con resultados cómicos.


La cena de los idiotas (1998)


"La Cena de los Idiotas", es una comedia francesa donde un grupo de amigos organiza cenas semanales invitando a "idiotas" para burlarse de ellos, pero las cosas no salen como esperan.


Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014)


"Dios mio, ¿pero que te hemos hecho" trata de una pareja católica francesa enfrenta el matrimonio de sus cuatro hijas con hombres de diferentes culturas y religiones, lo que genera situaciones cómicas y reflexiones sobre la diversidad.


MASH (1970)


MASH. Ambientada durante la Guerra de Corea, esta comedia negra sigue al personal de un hospital quirúrgico móvil que utiliza el humor para sobrellevar las dificultades del conflicto.


Con faldas y a lo loco (1959)


En "Con Faldas y a lo Loco",  dos músicos testigos de un asesinato se disfrazan de mujeres y se unen a una banda femenina para escapar de la mafia, desencadenando una serie de enredos cómicos.


El apartamento (1960)


En "El Apartamento" un empleado presta su apartamento a sus jefes para sus aventuras amorosas, pero las complicaciones surgen cuando se enamora de una de las amantes.


La vida de Brian (1979)


"La historia de Brian", nacido el mismo día que Jesucristo y en el pesebre de al lado, quien es confundido con el Mesías en una sátira de las religiones organizadas.


Atrapado en el tiempo (1993)


En "Atrapado en el Tiempo", un meteorólogo se ve atrapado en un bucle temporal, reviviendo el mismo día una y otra vez, lo que lo lleva a reflexionar sobre su vida y decisiones.

lunes, 23 de diciembre de 2024

BERLANGA

 


Al final, en lo absurdo está lo humano, y en lo humano, la verdad.

 

Luis García Berlanga: el genio del absurdo que reflejó a España


Este mes de diciembre he finalizado en la Universidad de Alicante un taller sobre escritura de guiones cinematográficos. Revisamos películas, guionistas y directores, sobre todo norteamericanos. Wilder. Hitchcock. Ford. No estuvo mal. Aprendí cosas. Pero cada vez que terminábamos, pensaba en otros nombres. En otros directores. Pensaba en Berlanga. No se habló de su filmografía. Supongo que no había tiempo. O no era el enfoque. Pero para mí, Berlanga siempre está ahí. Este texto es sobre él. Sobre lo que fue y sobre lo que sus películas siguen siendo.


Berlanga, un espejo incómodo de España

Luis García-Berlanga Martí, nacido en Valencia en 1921, no solo dirigió películas: trazó un mapa de las contradicciones de la sociedad española. Con una mezcla precisa de mordaz ironía y humor corrosivo, logró atravesar las estructuras del franquismo y retratar lo que otros apenas se atrevían a mostrar. Su cine, un cóctel de surrealismo y realidad cotidiana, no solo desnudó la España de su tiempo, sino que, de paso, marcó un antes y un después en el cine europeo.

No necesitó discursos directos ni denuncias explícitas. Sabía que la fuerza estaba en los detalles: una conversación aparentemente banal, una escena absurda, un personaje atrapado en su propia contradicción. Era su forma de esquivar la censura, pero también de tocar fibras profundas que otros ignoraban. En sus manos, lo cotidiano se convertía en una radiografía aguda del poder, la moral y la burocracia.


El término “berlanguiano”

Con Berlanga nació un adjetivo. La Real Academia Española reconoció el término “berlanguiano”, que define un estilo donde lo surrealista no solo es posible, sino inevitable. Imagina un pueblo pequeño, una fiesta patronal, un enredo administrativo que acaba consumiendo a todos sus participantes. Lo absurdo no es solo comedia: es un vehículo de crítica social, un espejo deformado pero certero.

Sus historias, en apariencia triviales o cómicas, esconden profundas reflexiones sobre la jerarquía social, los valores impuestos y la hipocresía. A través del humor, Berlanga hablaba de temas prohibidos sin pronunciar una sola palabra prohibida.


Los personajes de Berlanga

En el cine de Berlanga no hay héroes ni villanos. Hay seres humanos atrapados en sistemas que no comprenden: funcionarios confundidos, campesinos enfrentados a trámites imposibles, alcaldes, curas, soldados o burgueses ahogados por normas absurdas. Estos personajes, enfrentados a situaciones límite, reflejan la impotencia de una sociedad desbordada por su propia burocracia y sus prejuicios.

A pesar del tono crítico, Berlanga nunca cayó en el pesimismo. Su cine nos recuerda que la risa siempre está cerca, incluso cuando la situación parece insostenible. Esa capacidad de equilibrar comedia y reflexión es lo que hace que sus películas sigan vigentes.


Un director de actores

Más allá de sus guiones brillantes, el cineasta tenía un don especial para trabajar con actores. Supo rodearse de intérpretes que entendían su visión y la llevaban al límite. José Isbert, Pepe Sacristán, Alfredo Landa, entre otros, aportaron humanidad, profundidad y verdad a sus historias. En sus interpretaciones no había artificio: había vida, ironía y emoción contenida.


Un legado irrepetible

Berlanga cosechó premios y reconocimientos, pero su legado más duradero está en la manera de hacer cine: crítica sin panfleto, risa sin superficialidad, sátira con alma. Hoy, su influencia se percibe en muchos cineastas que encuentran en él una fuente inagotable de inspiración.


Lo esencial del cine de Berlanga

  • Crítica social y política indirecta, pero contundente.

  • Uso del absurdo como herramienta de análisis.

  • Personajes atrapados en sistemas disfuncionales.

  • Humor que suaviza y potencia la crítica.

  • Dirección de actores sutil y humana.

  • Reflexión sobre la clase media, el poder y la cultura popular.


Películas que me marcaron


Bienvenido, Mister Marshall (1953)

Una sátira sobre el conformismo y la ingenuidad de la España de posguerra. En un pueblo andaluz, los vecinos se preparan para la llegada de diplomáticos estadounidenses. Se visten de flamencos y montan espectáculos… pero la realidad es otra. Berlanga denuncia, entre risas, la manipulación política y los sueños vacíos de una sociedad necesitada.


Plácido (1961)

En plena Navidad, se lanza una campaña franquista: “Siente a un pobre a su mesa”. Plácido, un humilde hombre contratado para el acto, se convierte en un símbolo de caridad. Berlanga lanza aquí una de sus críticas más feroces a la hipocresía burguesa. Fue nominada al Óscar a Mejor Película de Habla No Inglesa.


El verdugo (1963)

Comedia negra y demoledora crítica a la pena de muerte. José Luis, joven enterrador, se ve forzado a heredar el oficio de su suegro: verdugo del Estado. La película revela el horror cotidiano de una función institucionalizada. Una sátira sobre la obediencia, la normalización de la violencia y la doble moral de una sociedad cómplice.


La escopeta nacional (1978)

Luis García Berlanga, junto a Rafael Azcona, creó con su Trilogía Nacional —La escopeta nacional (1978), Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1982)— un ácido retrato de la España de la Transición. A través de la decadente familia Leguineche, las películas exploran con sátira y humor los mecanismos de corrupción, tráfico de influencias y adaptación oportunista de las élites al nuevo régimen democrático.

La escopeta nacional muestra el poder económico y político del tardofranquismo a través de una cacería donde empresarios buscan favores ministeriales. Patrimonio nacional retrata la vuelta del marqués de Leguineche a Madrid tras la muerte de Franco, reflejando el acomodo de las viejas élites en la monarquía restaurada. Finalmente, Nacional IIIpresenta a la familia intentando proteger su fortuna ante el triunfo socialista de 1982.

La trilogía destaca también por su uso magistral del plano secuencia, que subraya la opresión social sobre el individuo. Berlanga logra combinar crítica social y entretenimiento, ofreciendo un testimonio mordaz y vigente de las estructuras de poder españolas. El legado de estas películas trasciende el cine, consolidándose como una referencia cultural clave para comprender las dinámicas políticas y sociales de la España contemporánea.





La vaquilla (1985)


Durante la Guerra Civil, unos soldados republicanos intentan robar una vaca del bando enemigo. Una misión absurda, tan absurda como la propia guerra. Con humor negro, Berlanga critica el fanatismo, el hambre y la inutilidad del conflicto, humanizando a todos sus personajes.



Todos a la cárcel (1993)


En una cárcel valenciana, se organiza un encuentro de antiguos represaliados del franquismo. Ahora burgueses, conviven con presos comunes. La sátira alcanza aquí un nivel esperpéntico: corrupción, olvido y memoria manipulada. Ganó el Goya al mejor director. Una tragicomedia amarga sobre la posmemoria y el cinismo político.

Luis García Berlanga no solo dirigió películas: construyó un lenguaje propio, creó un estilo, un adjetivo, una mirada. Su cine es una lección de cómo reírnos de lo que duele, y entender, a través del humor, lo que otros se empeñan en esconder. 

Trailer de "Todos a la Carcel"

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