Ingenio, nostalgia y legado
He vuelto a ver Frasier desde la primera temporada gracias a SkyShowtime. Aunque la seguí en los 90, recordaba poco. Hoy la disfruto casi como si fuera nueva. Antes esperaba cada capítulo semanal; ahora, su humor atemporal sigue funcionando.
Tras revisar críticas, confirmé lo evidente: Frasier no solo fue una gran serie, sino una de las más influyentes en la comedia televisiva. Vale la pena revisitarla por sus guiones brillantes, ritmo ágil y actuaciones impecables.
Emitida entre 1993 y 2004, Frasier demostró que el humor inteligente podía triunfar. Con 11 temporadas y 264 episodios, se convirtió en el spin-off más exitoso de la historia, surgido de Cheers.
Frasier Crane, psiquiatra refinado y pedante, vuelve a Seattle tras un divorcio. Allí inicia un programa de radio, pero el verdadero conflicto está en casa: su padre Martin, pragmático; Niles, el hermano neurótico; Daphne, la asistente británica; y Roz, la productora sarcástica.
El choque entre la alta cultura y lo cotidiano genera situaciones absurdas e inteligentes. Ganó 37 premios Emmy, incluidos cinco como Mejor Comedia.
Habló de amor, familia, ego e inseguridades con humor elegante. Su final, Goodnight, Seattle (2004), fue memorable: emotivo, sin perder la esencia.
El regreso
En 2023 volvió en Paramount+. Frasier está en Boston, ahora como abuelo. Aunque mantiene a Kelsey Grammer, falta el elenco original y el tono es distinto. Para algunos, es renovación; para otros, nostalgia que no termina de cuajar.
Frasier sigue siendo referencia. Probó que se puede hacer reír con inteligencia. Volver a verla es un placer… y un recordatorio de que el humor bien escrito nunca pasa de moda.